miércoles, 14 de febrero de 2007

LA ERA DEL HIELO... DERRETIDO


El hielo derretido, ya ni siquiera es hielo: es agua.

El lunes abandonó la casa, la integrante más fría de está nueva edición y como era de esperar su “afuera” diluyó esa frialdad y la convirtió en nada.
El tape de sus días en la casa fueron apenas 20 segundos que mostraban a la esbelta Silvina luchando contra el avance raudo de las estrías. Eso fue lo que dejo. Eso fue lo único que nos dejo la entrerriana.
Falta esperar que con el paso del tiempo, y la autorización del cuerpo psicológico, los periodistas empiecen a preguntarle aquellas cosas que se dijeron de ella. Que la enfrenten a su pueblo y que indaguen sobre su exagerada (casi patológica) lucha por la preservación de su intimidad.

De más esta decir, que cada uno es libre de decir o dejar de decir lo que quiera. Pero claro está, que al entrar a una casa en la cual vas a estar siendo filmado las 24 horas del día poco espacio queda para el ser reservado.
Hasta la misma Silvina lo vivió con angustia. En ella se libró una lucha interna entre el deber y el querer. Esa sensualidad que dice haberla llevado a conseguir 13 títulos de belleza, no se vio en absoluto.

Ya sé que ser la reina de la bergamota no es muy relevante que digamos, peor el tema esta en lo que fue a buscar esta chica. Según sus propias declaraciones, su ingreso en la casa fue a raíz de su pasión por el modelaje y la fotografía. A juzgar por sus actitudes, ninguna lente soportaría tanta frialdad. Y eso que nosotros tenemos una Valeria Mazza, que no representa precisamente la gran calidez (ni sus crías de niños perfectos rubios de ojos claros y enternecedores le ayudaron) pero lo de Silvina es peor. Quizá radica en esta tendencia a creer que sólo las modelos andróginas representan arte, las alegres la chabacanería. Quizá Silvina se lo tomó en serio. Demasiado en serio. Pero el problema está en que esta nueva generación sólo debe representarlo por los minutos que dura una pasada, Silvina lo intento hacer durante mas de un mes.

Aburrió. Aburrió adentro de la casa. Aburrió afuera de la casa. Ni los móviles organizados por sus amigos en su pueblito natal lograron darle un poco de color a esta persona invisible.

Creo que el mayor problema de Silvina fue el exceso de pacatería. Y la contradicción. Porque si bien los alumnos, esas blancas palomitas que ella recordaba a cada momento, no se habrán enterado de las preferencias sexuales de la profe, si la vieron llorar por una crema anti-estrías, histeriquear a Pablo y generar sospechas sobre su pasado. Y eso, siguiendo la línea de pensamiento de Silvina claro esta, sería suficiente como para perder autoridad frente al aula. Pero otra vez se equivoca nuestra querida amiga, porque no es autoridad lo que pierde, es solemnidad. Y un profesor que no es solemne, no deja de ser respetado Porque si insistimos en seguir el pensamiento de Silvina, ya el simple hecho de haber entrado al reality mas visto de esta temporada, arrasa con todo tipo de autoridad que pueda tener.

Pero se fue. Y se encargo de, hasta en los últimos cinco minutos, reafirmar la teoría de su superficialidad y falta predisposición para la integración: cuando al enterarse de que debía abandonar la casa, en vez de saludar a sus compañeros, se encerró en el cuarto con Pablo a ponerse brillito de labios y darle un poco de volumen a su pelo.

Y creo que esa imagen resume a la perfección su paso por Gran Hermano 2007.

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