
Y nada tienen que ver en esto Pablo y Pacho. Me refiero al triangulo “amoroso” que se libró en la casa, o el que nos quieren hacer creer que se libró.
En este rincón: Jessica. La joven aniñada, cursi y fantasiosa.
En el otro: Mariela. La mujer experimentada, viajada y analítica.
En el medio: Jonathan. El oportunista.
Juguemos por un momento a creer lo increíble, hagamos como que este triangulo es real y no una mera estrategia Jonathaniana. Juguemos a ser ingenuos y analicemos:
Mariela representa la carne, el objeto de deseo. Pero al mismo tiempo es la calma, la sabiduría, la palabra justa, los argumentos concisos y la adultez.
Jessica es la compasión, la ternura, la ingenuidad, lo infantil, la que habla de corazones y almas, la niñez.
¿Y que papel juega Jonathan en todo esto? Lejos del galán de turno, su función se basa en el querer agradar. La necesidad de agradar lleva irremediablemente al engaño. Porque el agradar es un hecho de facto, en cambio, la necesidad de querer agradar implica la supresión de las miserias propias y enaltecimiento de las virtudes. Hasta incluso el llegar a inventar cualidades que nos hagan mas deseados. Y en este punto se encuentra Jonathan. Su necesidad de sentirse importante radica en el simple hecho de que se lo hagan sentir los demás. O las demás en este caso. Y no es algo juzgable, vale y es loable. Pero el problema esta cuando esto pasa de ser un juego a ser real, y ya no hay jugadores en riesgo sino personas.
A Jessica poco le importa todo este enredo, porque su atracción se debe a una suma de factores que bien pueden ser sinceros pero cuyo denominador común es la estrategia. ¿Qué gana Jessica con todo esto? Desde la victimización, poner al descubierto el accionar de dos personalidades fuertes de la casa para que sean juzgadas con derecho, por el resto de los integrantes. Por eso esto no queda en ella, por eso la necesidad de exteriorizarlo con cuanto compañero se le cruce, con el “ O a vos no te parece que tengo razón?” como estandarte.
Mariela por el contrario, tiene más para perder. Su error esta tanto en el hecho como en la forma. No le ayudo confesar que le atraía Pablo al principio, porque entonces se da por sentado que su interés por Jonathan no es tan magnifico, por lo tanto… se agrava aun mas el hecho de la traición. Traición a una amiga confesa admiradora de las dotes sensuales del joven de rulos. Porque no solo se le castiga que haya traicionado a su amiga, sino que se la castiga aun más por haberlo hecho por alguien quién no le interesa demasiado. En este momento es el punto clave para que de un paso al costado, sino la van a terminar devorando. Una vez fuera, el juego de Jessica y Jonathan decrece. Pierde interés. Sigue el histeriqueo pero deja de servirles como estrategia.
Habrá que esperar entonces a ver cual es el siguiente paso de cada uno de los jugadores. Y no solo yo lo espero, Gran Hermano también. No es casual que la prueba de esta semana obligue a varios de los integrantes a estar unidos por un largo periodo de tiempo. Que no les sorprenda ver mañana atados a Jonathan con Jessica y Mariela.
En este rincón: Jessica. La joven aniñada, cursi y fantasiosa.
En el otro: Mariela. La mujer experimentada, viajada y analítica.
En el medio: Jonathan. El oportunista.
Juguemos por un momento a creer lo increíble, hagamos como que este triangulo es real y no una mera estrategia Jonathaniana. Juguemos a ser ingenuos y analicemos:
Mariela representa la carne, el objeto de deseo. Pero al mismo tiempo es la calma, la sabiduría, la palabra justa, los argumentos concisos y la adultez.
Jessica es la compasión, la ternura, la ingenuidad, lo infantil, la que habla de corazones y almas, la niñez.
¿Y que papel juega Jonathan en todo esto? Lejos del galán de turno, su función se basa en el querer agradar. La necesidad de agradar lleva irremediablemente al engaño. Porque el agradar es un hecho de facto, en cambio, la necesidad de querer agradar implica la supresión de las miserias propias y enaltecimiento de las virtudes. Hasta incluso el llegar a inventar cualidades que nos hagan mas deseados. Y en este punto se encuentra Jonathan. Su necesidad de sentirse importante radica en el simple hecho de que se lo hagan sentir los demás. O las demás en este caso. Y no es algo juzgable, vale y es loable. Pero el problema esta cuando esto pasa de ser un juego a ser real, y ya no hay jugadores en riesgo sino personas.
A Jessica poco le importa todo este enredo, porque su atracción se debe a una suma de factores que bien pueden ser sinceros pero cuyo denominador común es la estrategia. ¿Qué gana Jessica con todo esto? Desde la victimización, poner al descubierto el accionar de dos personalidades fuertes de la casa para que sean juzgadas con derecho, por el resto de los integrantes. Por eso esto no queda en ella, por eso la necesidad de exteriorizarlo con cuanto compañero se le cruce, con el “ O a vos no te parece que tengo razón?” como estandarte.
Mariela por el contrario, tiene más para perder. Su error esta tanto en el hecho como en la forma. No le ayudo confesar que le atraía Pablo al principio, porque entonces se da por sentado que su interés por Jonathan no es tan magnifico, por lo tanto… se agrava aun mas el hecho de la traición. Traición a una amiga confesa admiradora de las dotes sensuales del joven de rulos. Porque no solo se le castiga que haya traicionado a su amiga, sino que se la castiga aun más por haberlo hecho por alguien quién no le interesa demasiado. En este momento es el punto clave para que de un paso al costado, sino la van a terminar devorando. Una vez fuera, el juego de Jessica y Jonathan decrece. Pierde interés. Sigue el histeriqueo pero deja de servirles como estrategia.
Habrá que esperar entonces a ver cual es el siguiente paso de cada uno de los jugadores. Y no solo yo lo espero, Gran Hermano también. No es casual que la prueba de esta semana obligue a varios de los integrantes a estar unidos por un largo periodo de tiempo. Que no les sorprenda ver mañana atados a Jonathan con Jessica y Mariela.